28.11.07

El déficit marplatense

Durante los días posteriores a las elecciones municipales que sentarán en el despacho de Luro e Irigoyen a Gustavo Pulti se viene manteniendo un ingente debate acerca del volumen del déficit que deja el gobierno de Daniel Katz.

La verdad es que no me parece tan importante si se trata de 25, 40, ó 70 millones de pesos. En una visión particular podría inclusive afirmar que si el municipio hubiese dejado superávit mi pensamiento sería casi el mismo, porque el problema de Mar del Plata no es de caja: es político.

Cualquier mortal puede darse el lujo de endeudarse -gastar de más es eso- siempre y cuando la decisión venga de la mano de un proyecto de desarrollo. Más simple: así como un vendedor de seguros puede comprarse un traje para lucir mejor en su actividad otro tipo puede empilcharse sólo para darse dique.

Que lo recaudado en canon por balnearios sea menor que lo que se eroga por guardavidas es algo más que un problema económico. Tanto como tener educación municipal, carecer de un sistema de salud eficiente o permitir que casi todas las líneas de colectivos pasen frente al Casino Central.

La gestión municipal que se va, conjuntamente con todas las anteriores del 83 a esta parte, carecieron de un proyecto político que diera sustento a la ciudad hacia adelante. Desde los baches hasta las lamparitas que faltan, desde los conflictos portuarios hasta las carpas de cada playa, absolutamente nada ha sido pensado nunca como parte de un todo.

Mar del Plata ha contado hasta ahora con el beneplácito de gobiernos nacionales y provinciales que han apostado a realizar importantes inversiones que hubieran merecido más reflexión.

El Estadio Mundialista, la Ciudad Judicial, el Aeropuerto internacional, la Ferroautomotora, el Complejo Universitario, la Planta de Efluentes, el Tren Bala, el Emisario Submarino, la Planta de Reciclado, el Provincial o el Parque Industrial han vencido la batalla de la necesidad de proyectar avenidas o una vía de circunvalación, y ni que hablar del tema cloacal.

Casi la mitad de la población sin agua corriente no es un dato estadístico sino un indicador de que el crecimiento demográfico ha ido más rápido que el pensamiento de los gobernantes y si no es una cuestión central es porque no se realiza la ecuación de que agua es igual a salud, de que ésta es sinónimo de calidad de vida y de que sólo nivelando para arriba es posible proyectar empleo, producción y progreso.

La ciudad no se ha ocupado de eliminar la indignidad de los asentamientos sino de esconderlos en zonas no urbanizadas, es decir, sin servicios.

Continuar apilando basura que “alguien” prende fuego para hacer lugar a nuevas y nuevas camionadas es un tema económico para la concesionaria y el municipio y ecológico para todos, hay una decisión política ausente en cada medida que no se piensa en beneficio de todos o, mejor dicho, hay una decisión política que se toma en contra de todos para beneplácito de unos pocos.

Habitamos una ciudad donde más del 20% de la población tiene más de 60 años y eso no puede adivinarse ni en los colectivos, ni en los supermercados.

Calidad de Vida, Desarrollo Social o como quieran denominar a la importante Secretaría que asumirá María del Carmen Viñas después del 10 de diciembre estará lejos de cumplir sus objetivos si los encara exclusivamente con chapas, colchones o fideos.

Aún sin leer las predicciones de Horangel para 2008 puedo afirmar que sufriremos al menos 3 temporales el año próximo donde caerán cables y árboles, se destrozarán algunas viviendas y grandes sectores quedarán anegados por el agua. Creo que el horoscopero tampoco necesita contarnos qué barrios serán los más afectados como para que desde ahora se comience a trabajar limpiando arroyos, nivelando calles o requisando plantas.

Espero no ver nunca al intendente Pulti con botas de goma y capa de lluvia para establecer la imagen de un dirigente activo y preocupado.

La existencia de una educación municipal debe partir de un proyecto educativo singular y no de una cuestión administrativa acerca de que gremio representa a los agentes.

Voy a polemizar parcialmente con el intendente electo: no hay que reducir el staff político, que suena a la venta del avión de De la Rúa, hay que nombrar gente capaz, coherente y comprometida con una política clara en beneficio del interés general. Uno sueña utópicamente con un liderazgo que logre insuflar espíritu de progreso y superación a los empleados públicos, es decir que TODOS sean políticos. El discurso liberal de la antipolítica de los 90 nos ha llevado hasta aquí. No se, ni me interesa cuántos empleados públicos carga el presupuesto, me interesa saber si todos los que cobran están.

La ciudad se ha tornado indisciplinada y nadie hace lo que le cabe y esto tiene responsables. Como el Ejecutivo no cumple su tarea, el vecino no paga las tasas, así de simple. Alumbrado barrido y limpieza (deberían agregar seguridad) es un “chistonto” para cientos y cientos de manzanas del distrito, tal vez por eso hayan preferido denominarla TSU.

Si cada cartelera publicitaria tributara como la norma dice, faltarían menos recursos; si Inspección General trabajara para el fisco menos aún, si los cánones fueran acordes con las rentabilidades potenciales, menos, si Tránsito controlara también los días en que no hay periodistas bajarían los accidentes (y recaudarían), si el sistema de transporte urbano con sus modernas tarjetas magnéticas considerara la posibilidad de trasbordos habría más frecuencias, menos gastos para las empresas y seguramente la posibilidad de una reducción en el valor de los boletos.

Sigo: si las salitas de salud de cada barrio ofrecieran buenos servicios podrían convenir con obras sociales para que abonaran por la atención primaria de sus afiliados, descentralizando la caótica situación de las guardias sanatoriales y ofreciéndole idéntica calidad de atención a quien tiene y a quien no tiene obra social dejando a las clínicas y a los hospitales para cuestiones más complejas.

Y el turismo… esta ciudad tiene la grandiosa fortuna de resultar atractiva para millones de personas que sueñan con pasar su descanso aquí. Vienen, usan, gastan, generan y se van. Algo siempre queda, aunque mucho se va de nuevo. Una correcta política sería pensar que lo que queda debe alcanzar para que los lugareños vivan mejor por una ecuación tan pueril como coherente: nadie puede ofrecer lo que no tiene y Mar del Plata no es una ciudad feliz por lo menos para unas 400 mil personas que, paradójicamente, viven mal en medio de este paraíso.

Adminístrenos señor Pulti, déjese de contar cuántas monedas le faltan a la caja, o piensa que el pueblo lo votó a usted porque sospecha que Katz es un amarrete. Tiene cuatro años de un crédito efímero, tanto que hasta un ruso pudo dilapidarlo en un santiamén.